domingo, 20 de diciembre de 2009

MI TREN

TODO TREN “PASADO”


FUE MEJOR

PARA GALICIA

POR MANUEL PICÓN SÁNCHEZ

Publicado en Faro de Vigo 14.11.99

¡Este sube en Guillarei!, responde el amable y orondo revisor, advirtièndole al pasajero que tiene el asiento equivocado. Atento, con cara risueña va “picando” uno a uno todos los billetes de los pasajeros de la “clase turista”, (aun no entiendo lo de turista, en realidad es de clase baja, o 2ª clase, quizás deberíamos decir clase poco acomodada, pues la verdad es que resulta incomodísimo, seguramente, la estrechez de los asientos, se debe a que los de nuestra clase, con excepciones, comemos poco y cogemos en cualquier sitio. En esta situación una cabezadita acaba siendo un coscorrón con el cercano vecino del asiento de al lado.

Antes era otra cosa, el Expreso Rías Baixas, con su misteriosa figura que atravesaba la noche, su romántico canturreo y sus inoportunas, aunque a veces, maravillosas sacudidas que en ocasiones te hacían ser héroe de pasillo al recibir en tus brazos a hermosas damas, desequilibradas.

Aquellas noches de verano, con la ventanillas abiertas y el aire fresco acariciando la cara. Aquellas conversaciones con media docena de tertulianos viéndonos las caras. Acabábamos conociéndonos todos, incluso aprendiendo de las artes culinarias tras el intercambio de viandas, extraordinarias, cada uno lo mejor de su cocina viajera: huevos cocidos, empanadas, filetes rebozados, pollo frito, filloas, orejas, y como no, nuestra “reina”, la tortilla de patatas.

A veces me llegan recuerdos de la carbonilla en mis ojos, y como aquellas lágrimas eran secadas por el viento. De los asientos de madera (3ª clase, algo hemos mejorado), aunque estos recuerdos últimos son, por mi edad, más bien escasos.

Yo a quién realmente añoro es a mi expreso Rías Baixas, que salía de Vigo, creo recordar sobre las 21.00 horas, y llegaba a Madrid a las 8.00 de la mañana, tardaba unas 10 o 12 horas aproximadamente, toda una eternidad, pero merecía la pena. Quién no recuerda aquellos amplios asientos, con sus fotografías de nuestra GALICIA que en los regresos te hacían oler a mar, hasta coquetos espejitos para que las preocupadas señoras pudieran arreglarse el cabello tras alguna postura involuntaria durante la larga noche.

Aquellos largos pasillos por donde poder pasear y fumar tranquilamente un cigarrillo sin molestar a los demás pasajeros, sin sentirte prisionero del estrecho habitáculo o el incomodo pasillo a que se reduce a los sufridos fumadores. El servicio de bar donde poder tomar dos copas y en seguida, casi sin quererlo, hacer amigos. Incluso alguna aventura romántica.... ¿si el viejo tren hablara?.

La luz tenue de los compartimentos, su intimidad, encubrieron a más de un encuentro tan apasionado como fugaz, pero excepcionalmente dulce y especialmente romántico, con todo el morbo de lo prohibido, tan pasajero como la propia noche, e intenso como ninguno.

Así era mi tren. Ahora en silencio, en una vía muerta, espera su pase al desguace, acaso algún afortunado acabe sus días en un museo.

Hoy los nuevos caballos de hierro son mucho más modernos. En cada vagón o coche viajan cuarenta o cincuenta personas, todos mirando al mismo sitio, con lo cual no nos tenemos que ver las caras, solo las nucas o cabecillas asomando tímidamente por el respaldo, intentando adivinar quién es nuestro vecino. Eso no favorece mucho la comunicación, y si fuera poco te da una especie de tapa orejas y encienden la tía vinagre con películas de saldo. Los asientos estrechos, tienen un único reposabrazos central, por lo que es divertida la pelea de posturas por conseguir el apoyo, se me antoja que es como el honor, “UNA VEZ PERDIDO, NO LO RECUPERAS JAMAS”. Acaso, con un poco de suerte, pudiera ser que entables conversación con el pasajero del otro lado del pasillo, eso sí, la conversación será publica y se convertirá en centro de atención y extrañeza en el resto de los pasajeros, pues te mirarán como un bicho raro, que rompe la seriedad y el aislamiento del viaje.

En fin, todo sea por la rapidez. Sin embargo, cual fue mi sorpresa cuando el otro día, cogí el talgo a las 22.30 h., en Madrid, y llegue a Pontevedra a la hora prevista, las 8:30 h., de la mañana, SI SEÑORES, veinte años después, EL TREN SIGUE TARDANDO DIEZ HORAS. Madrid-Pontevedra, DIEZ INTERMINABLES HORAS, en aquellos estrechos reposaculos y viendo el peinado de la señora de adelante,. DIEZ HORAS, y encima no ponen ni música ni vídeo, porque dice el jefe del caballo de hierro que hay que dormir, ¡DIOS MIO DORMIR!, quién pude dormir en semejantes circunstancias. ¡! EL TALGO, TREN MODERNO Y TARDA 10 HORAS!!. QUE ME DEVUELVAN MI TER, QUE ME DEVUELVAN MI EXPRES.

El amable y orondo revisor me comenta que el trayecto se podría hacer en la mitad de tiempo, pero que al ser por la noche y llevar coches-camas, “NO SE PUEDE DESPERTAR A LOS CLIENTES DE PRIMERA A LAS 4 Ó 5 H., DE LA MAÑANA, PUES HAN PAGADO UNA NOCHE DE HOTEL”, por lo que se hace tiempo para llegar a una hora razonable (8:30 h). ¡Toma clase turista!! ¿y nosotros qué? ¿y nuestras espaldas? ahora entiendo lo de la clase turista.

Los ricos siempre serán ricos y los demás.... Aunque ahora nos llamen clase turista.

Acaso no se les ha ocurrido pensar a los “jefes” de RENFE, que el talgo puede llegar a su destino mucho antes y que los coches - camas permanezcan en alguna vía hasta la hora “razonable” que decía el revisor, en que se levanten los ocupantes de las clases más privilegiadas. Ellos, seguirían durmiendo tranquilamente y a nosotros se nos acortarían cuatro o cinco horas de sufrimiento.

Prefiero mi expreso Se podría humanizar más el tren? vasos de plástico, comida enlatada, bocadillos con sabor a pvc, quizás eso pueda sustituir unas gotitas de aguardiente en el café, una buena tapa de callos, pero en recompensa a toda esa modernidad, ¿no podrían los adelantos de hoy en día, hacer que las distancia sea más cortas, o al menos más cómoda.

RENFE, al parecer, tiene pérdidas, a pesar de los anuncios engañosos de “VIAJE EN TREN”, faltaba decir : “Y SABRAS LO QUE ES BUENO”.

Autobuses modernos, por un precio más módico realizan el viaje en 6 horas, también tienen bar, celda de fumadores, minúsculo meadero y hasta un corto pasillo. Eso sí, este servicio al menos te ponen películas durante la noche y no te ordenan dormir si no quieres.

Marín, 31 de octubre de 1999

1 comentario:

  1. ¡¡Qué razón tienes Manolo!! aquellos entrañables trenes, con la gente de la aldea que iban a ver a su tio en Asturias, con la comida para todos los días que tenían que estar alñlí.
    Se hacian amigos y no ahora, que parece que hasta te miran mal.
    En fin, una pena, la modernidad no ha llegado a nuestra tierra.
    Un abrazo

    Pilar

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